"Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran."
José Saramago, nacido en 1922 en el pueblo luso de Azinhaga, fallecido hoy en Lanzarote, donde se traslado después de que el país que lo vio nacer censurara su obra.
Con novelas como "Ensayo sobre la ceguera" o "El evangelio según Jesucristo" dejó claro su visión del mundo, su profundo escepticismo y su encanto literario.
Hoy muere un escritor al que he admirado y admiraré. Tuve la suerte de conocerlo en persona a los 17 años, ya que nos haría una visita a la clase de Literatura Universal que elegí como optativa durante el bachillerato. Pero más suerte aún tuve cuando contestó a una de las preguntas que hice sobre uno de sus libros que había elegido como lectura, suerte de que un Premio Nobel me llamara imbecil. Sí, le hice una pregunta que tiempo después vi claramente lo estupida que había sido, pero en el momento de leer su respuesta (que tuvo el detalle de remitirnos por escrito) sentí un fuerte golpe a mi orguyo y por supuesto a mi intelecto lo que me empujó a releerme el libro y aprender a ver más allá de las palabras, enseñanza que me ha servido no sólo para sus libros si no para todos, aprender a amar e interpretar desde las novelas más complejas hasta los más sencillos best sellers. Desde ese momento Ensayo sobre la ceguera se convirtió irremediablemente en una de mis novelas favoritas.
Así y de esta humilde manera realizo mi reconocimiento y homenaje a este gran escritor.
José Saramago, nacido en 1922 en el pueblo luso de Azinhaga, fallecido hoy en Lanzarote, donde se traslado después de que el país que lo vio nacer censurara su obra.
Con novelas como "Ensayo sobre la ceguera" o "El evangelio según Jesucristo" dejó claro su visión del mundo, su profundo escepticismo y su encanto literario.
Hoy muere un escritor al que he admirado y admiraré. Tuve la suerte de conocerlo en persona a los 17 años, ya que nos haría una visita a la clase de Literatura Universal que elegí como optativa durante el bachillerato. Pero más suerte aún tuve cuando contestó a una de las preguntas que hice sobre uno de sus libros que había elegido como lectura, suerte de que un Premio Nobel me llamara imbecil. Sí, le hice una pregunta que tiempo después vi claramente lo estupida que había sido, pero en el momento de leer su respuesta (que tuvo el detalle de remitirnos por escrito) sentí un fuerte golpe a mi orguyo y por supuesto a mi intelecto lo que me empujó a releerme el libro y aprender a ver más allá de las palabras, enseñanza que me ha servido no sólo para sus libros si no para todos, aprender a amar e interpretar desde las novelas más complejas hasta los más sencillos best sellers. Desde ese momento Ensayo sobre la ceguera se convirtió irremediablemente en una de mis novelas favoritas.
Así y de esta humilde manera realizo mi reconocimiento y homenaje a este gran escritor.
Para siempre,
José Saramago
José Saramago
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